Uno de los temas principales de la semana ha sido la censura social e institucional al futbolista uruguayo Mario Leguizamón. Todo originado por unas muy desafortunadas y censurables declaraciones al finalizar un partido por el campeonato local en las que se refirió en muy malos terminos sobre la arbitro Silvia Reyes.
Este hecho fue el detonate para que tanto las isntituciones futbolísticas (CONAR, ADFP y el club Universidad San Martín de Porres)y diversas voces de la sociedad civil (Mov. Manuela Ramos, Lourdes Alcorta y periodistas de los medios de comunicación) cerraran filas y ejecuten o prongan, según sea el caso, sanciones en su contra.
Lamentablemente el tema no quedó ahí. En el posterior encuentro con la prensa, Leguizamón tildó al Fútbol peruano de mediocre, bajo nivel y de falta de competitividad internacional. Esto no es algo que deba sorprendernos luego de la cólera que uno como peruano siente al escuchar eso de un extranjero. Son temas que venimos discutiendo localmente hace tiempo y reclamamos un cambio.
Sin embargo, considero que si un medio es mediocre y de bajo nivel, si a mi me ofrencen un contrato, no iría porque sería perjudicial para mi carrera profesional. Así que mediocres no son sólo los de ese lugar, sino tambien los van. Porque que yo sepa, al señor Leguizamón nunca lo han convocado a su selección ni ha sido una figura indiscutible a nivel continental. Entonces, la pregunta se cae de madura. ¿No será también él un mediocre?
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