viernes, 1 de abril de 2011

UN RESENTIMIENTO ELECTORAL


El quinto por ciento de mis compatriotas peruanos que van a votar en las elecciones presidenciales del 10 de abril, que la han luchado duro en la vida para salir adelante en un país con pocas oportunidades están convencidos más que nunca, que Ollanta Humala va a cambiar esa realidad.

Lamento decirles que eso es una total mentira. Comparto la desazón de ver que el último gobierno tuvo muchos desatinos y no cumplió las promesas con que ganó votos pero, mal que bien, ha mantenido la línea de crecimiento y desarrollo impulsada desde el gobierno de Alejandro Toledo. Estamos en un momento ideal de la economía nacional para apostar por un cambio a favor de todos los peruanos, invertir en educación, salud, infraestructura, promover la legalización de las empresas y asegurar una conciencia social para los trabajadores.

Yo pienso votar por el candidato que va a seguir esa senda. Solo veo a dos con el perfil adecuado: Alejandro Toledo y PPK. Porque, ¿cómo voy a votar por la hija de un ex presidente corrupto que fue congresista y no hizo nada en 5 años más que visitar a su padre en la cárcel? Les pregunto a los fujimoristas: ¿El hijo de Pelé fue tan bueno como él en el fútbol? Creo que no. Lo único que garantiza Keiko es que la sarta de corruptos que se llevó el dinero del Perú en los noventa regrese.

No votaría tampoco por aquel hombre que tiene una investigación pendiente por sus excesos (incluido un homicidio) cuando estuvo destacado en Madre Mía. Que hace cinco años gritaba a todos los vientos su consigna retrógrada y nacionalista que ahora envuelve y esconde bajo un discurso moderado. Además de contar con el apoyo de un dictador como Hugo Chávez, qué mejor ejemplo de lo que podría ser nuestro Perú con un hombre como Ollanta Humala en el poder.

Votemos con la razón y el sentimiento presentes. No solo por un fanatismo de "el pasado fue mejor" que ronda por Keiko Fujimori, porque nada les asegura que será así. Ni por un resentimiento hacia las clases sociales altas y un deseo excesivo de nacionalizar todo lo que se pueda impulsado por Humala. Si uno de los dos sale elegido presidente, espero que lean nuevamente esta columna y no me podrán decir que no les advertí.