martes, 19 de febrero de 2008

La Policía...¿Te respeta?

El fin de semana del 10 de febrero, cuando pasaba por el Complejo deportivo de Limatambo, había una gran cantidad de chicos de dudosa procedencia corriendo con palos, baldes y demás bajo el pretexto de los carnavales domingueros por las últimas cuadras de la Av. Galvez Barrenechea en San Borja. Aceleré el paso del auto que manejaba porque de ambas aceras surgieron sendas hordas dispuestas a todo.

Unas cuadras más abajo, encontré un patrullero estacionado en plena avenida y le dije: "Hay dos grupos que se están peleando en la otra esquina". Mi idea como ciudadano era que este individuo, a quien nuestra sociedad le da un cargo con autoridad para intervenir y detener los excesos de una población poco civilizada, y dentro del plan de operativo especial por los carnavales de este año, iba a encender la camioneta, activar la circulina y, mientras avanzaba hacia el lugar, pedir refuerzos por radio.

Esa ilusión fue pisoteada ante un gesto por demás descortez. Este efectivo se limitó a alzar los hombros y poner su cara de desinterés. Así como lo leen, fue un "no me importa" rotundo y se volvió a recostar para seguir la siesta. En ese instante pude sentir lo que algunos entendidos señalan sobre el mal que hay dentro de esta fuerza civil. No se trata de nuevos uniformes, cursos, armamento o los cien nuevos patrulleros coreanos. El cáncer está dentro, en varios de sus miembros y lamentablemente siguen haciendo lo que quieren sin una verdadera reforma.

Felizmente aún quedan buenos policías, aunque escacean ante los corruptos e inoperantes. Minutos después me tope con otro efectivo junto a una compañera cerca de la Av. Tomás Marsano. Nadando contra la corriente, detuve mi auto y le comuniqué lo que había visto en esa zona de San Borja. Me agradeció y delante mio sacó su radio y realizó las llamadas para que acudan al lugar. Fue sorprendente luego del contrasuelazo que recibí unas cuadras atrás. Se trataba de alguien que sí quería hacer algo por ayudar a su comunidad y ejercer su papel.

Tiempo es lo que menos sobra, recursos hay pero intenciones pocas. Si queremos crecer como país neceistmaos gente preparada y comprometida en sus puestos, más aún si son los encargados de nuestra seguridad. Ojalá en unos años podamos decir sin ironías ni doble sentido: "a la policía se la respeta".