martes, 29 de enero de 2013

EL CAPRICHO DE LA REVOCATORIA

El que redacta esta columna de opinión no votó por Susana Villarán en las pasadas elecciones municipales, optó por otro candidato con la libertad de elegir que brinda la democracia. Sin embargo, si me preguntan ahora si es que voy a votar por el Sí a la revocatoria, mi respuesta es NO.

Tras dejar en claro en las primeras líneas que no soy partidario de la Sra. Villarán, creo que es importante señalar las razones por las cuales considero que no debe ser removida de su cargo. La primera es que considero que el proceso de revocatoria debería llevarse a cabo solamente si es que un gran porcentaje de la masa electoral firma el planillón ¿Qué tanta representatividad pueden tener 400,000 de más de 5 millones de electores de Lima? Al menos debería alcanzar un 30% de votantes a mi parecer. Ese pequeño porcentaje obviamente lo cubres con dos mitines en la Plaza San Martín.

Una segunda razón es que es obvio que quien está detrás de la revocatoria es el personaje que se quedó "sin soga y sin cabra" en las elecciones pasadas, Luis Castañeda Lossio. Los reportajes de investigación han mostrado varios indicios de su actuación y aparente financiamiento del proceso. Entonces, por un capricho de los perdedores: ¿Se deben gastar cerca de 100 millones de soles de nuestros impuestos, esos que nos descuentan mensualmente? Considero que es un desperdicio de dinero que bien podría servir para financiar más obras en favor de los limeños.

Finalmente, me parece que a pesar de los desaciertos y errores que puede haber cometido la Sra. Villarán y sus regidores a lo largo de este corto periodo pre revocatorio, éstos no son lo suficientemente graves como para que se le deba relevar del cargo. Más grave y escandaloso es que el burgomaestre esté involucrado en un caso de desembolsos millonarios a una empresa que no correspondían, un hecho que está actualmente siguiendo un proceso judicial (en un sistema débil que suele ceder ante las presiones políticas).

Parte de pertenecer a un sistema democrático es aceptar que no siempre ganará el candidato que consideras idóneo para representarte. Pero tampoco significa que vas a usar la figura de la revocatoria ante cualquier capricho si no hay cuestiones de fondo que lo ameriten.