En los últimos días a través de algunos medios periodísticos se ha denunciado que los jugadores de la selección peruana de fútbol han llevado a cabo actos de indisciplina durante los días que se mantenían concentrados para los partidos ante Brasil y Ecuador.
Todo empezó cuando denunciaron que el delantero Paolo Guerrero había salido de la concentración para ir a dos restaurantes de la capital en compañía de una señorita a altas horas de la noche en la víspera del partido ante Brasil (donde fue cambiado en el segundo tiempo por estar con una fuerte gastritis). Debido a ese problema digestivo no considerado para viajar a Ecuador y regresó a Alemania. Desde el día de la publicación de esa denuncia hasta hoy, más han sido las pruebas a favor del jugador que las de los periodistas que lo acusaron. Si un medio no puede probar lo que denuncia, se trata de una difamación.
El domingo 2 de diciembre, Jaime Bayly denunció en su programa de entrevistas que los jugadores estuvieron "juergueando" en el Hotel donde se encontraban concentrados. Según él, un grupo de los que vienen del exterior festejaron el empate ante Brasil en unas habitaciones de los pisos superiores donde unas amigas de ellos se habían hospedado estrategicamente para la ocasión. La Comisión seleccionadora se reune hoy con el DT. José del Solar para revisar los videos de seguridad de las instalaciones y verificar si hubo o no salidas y festejos que acarrearían sanciones ejemplares.
Como comunicador debo señalar que en algunos casos es cierto que las instituciones cubren las huellas e inventan pruebas para limpiar a sus hombres de los escándalos mediáticos. Sin embargo, aquí es donde el periodismo muestra su oficio. Para denunciar un hecho que interesa a la opinión pública (se trata del seleccionado nacional) sea de la índole que sea, se debe contar con pruebas fehacientes e irrefutables para que no se desmorone la acusación.
Entonces, aquí surge el verdadero meollo del asunto. De ser cierto que Paolo y otros jugadores cometieron una inconducta, la cual fue descubierta por la prensa, se debe contar con pruebas sólidas que sustenten esa afirmación y no solo con rumores y unas fotos (las de Guerrero) que no dan garantía de una determinada hora sino solo de que es de noche. El no haberlo hecho de esta manera deja abierta la grieta para que los intereses que los representan puedan refutarla y echar por tierra la denuncia con facilidad. Ahí ya no importa si es verdad o es una campaña difamatoria, lo que vale es con qué fundamentas tu posición.
Sería estupendo si los medios lograran probar que la Federación ha encubierto a Guerrero para que ningún acto de indisciplina quede impune. Lo mismo con los jugadores que se supone estuvieron de juerga en el Hotel. Pero mientras eso no suceda, la FPF está desacreditando y restándole veracidad a la prensa que publicó estas informaciones sin mayores pruebas (lo cual estaría bien de tratarse de una difamación). Por otro lado, si efectivamente esta institución está apañando estos hechos, deja en claro que sabe jugar mejor que los mismos medios de comunicación en el escenario mediático actual, gracias a errores de procedimiento periodístico de ellos mismos para efectuar una denuncia.
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