viernes, 30 de noviembre de 2007

COMISION DE ILUSION

Lamentablemente una vez más en nuestro país triunfa la impunidad. El día de ayer, el Presidente del Instituto Peruano del Deporte (IPD), Arturo Woodman, no consiguió a las tres personas que necesitaba para conformar la comisión transitoria que reemplazaría a Manuel Burga para dirigir la Federación Peruana de Fútbol(FPF)y adecuarla a la ley nacional del deporte.

A través de esta intervención, se convocarían a nuevas elecciones y se lograría ordenar la casa que tanta cólera, indignación y sufrimiento ha generado en los últimos 20 años al pueblo peruano. A pesar de querer un cambio, más fuertes fueron las amenazas de Burga contra los dirigentes de los clubes profesionales sobre posibles sanciones de la FIFA por participar de esta maniobra política, así como la desafiliación de Perú del máximo organismo del fútbol a nivel mundial.

Sólo dos clubes tuvieron el valor para encarar la situación y fueron el Sport Boys y la Universidad San Martín de Porres. Los demás brillaron por su cobardía y complicidad con el corrupto sistema actual. Ante ello, nos e logró conformar la comisión y todo volvió a foja cero dándole una alegría a los actuales directivos de la FPF. Me da vergüenza ver que al momento de tomar decisiones radicales para lograr una mejora colectiva, más pesan los viáticos, los viajes y el dinero que se recibe por participar de la Copa Libertadores y Sudamericana. ¿Ustedes creen que en países como Argentina ó Brasil los clubes van a permitir que se les pinte la cara de esa manera y se hagan los de la vista gorda?

La FIFA ha demostrado hace años su ambición por el dinero y la protección acérrima de todos su miembros dentro de un sistema muy autoritario. Pero cuando los clubes, que son los que mueven el balón y mantienen viva la llama del deporte a lo largo del año, se unen en un solo frente, tienen un poder que hace temblar al aparato completo. Sino vean todo lo que consigue el G-14 en Europa cada vez que se reunen.

Manuel Burga, Javier Quintana, Juvenal Silva, Jose Malqui, etc.. no son los verdaderos culpables de que se haya llegado a una situación tan horrenda como la actual. Los culpables son los dirigentes y todas las personas relacionadas con el fútbol que pueden hacer algo para cambiar lo que está sucediendo pero se quedan con la boca cerrada y los brazos cruzados porque reciben beneficios económicos o de otra índole. Mientras el dinero valga más que la camiseta y la representación de nuestra patria, nunca vamos a salir del hoyo en el que nos encontramos.





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