Comparto la idea de que la navidad es de los niños. Ellos son los que, llenos de inocencia, la disfrutan de verdad. Lo cual no significa que todos no seamos capaces de vivirla. Es cuestión de claridad y opción.
Sin embargo, el título no es debido a esa primera reflexión. Con la ironía que caracteriza este espacio debieron suponer que me refería a otra cosa. Cuando transitaba por diversas calles limeñas y paraba en los semáforos, me sorprendía la cantidad de niños que se acercaban a pedir una limosna.
Ya luego de pasar por un mismo lugar durante todo el año, somos capaces de reconocer a las personas que merodean por allí. Es así como no me fue difícil percatarme que se trataba de una avalancha de pequeños. Me sorprende la habilidad de planificación de los padres o tutores que los envían a las esquinas a que mendiguen. Saben muy bien que en esta época del año a todos se les ablanda un poco el corazón.
Si pido un deseo de navidad, es que el próximo año no haya más niños en ninguna época del año deambulando por las calles y haciendo de la limosna un medio de vida. Que puedan ir a estudiar y así soñar con un futuro digno, lejano de vivir de las migajas de los demás. Que sus padres no les metan en la cabeza que por no tener dinero se merecen ser mantenidos de por vida. Y que se olviden de la esperanza que los políticos actuales van a velar por ellos.
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