viernes, 28 de agosto de 2009

LA PIEDRA EN EL CORAZÓN

Nuestro país continua tratando siempre de olvidar lo que sucedió. Por eso se puede entender que la gente vuelva a votar por Alan García después de todo lo que hizo en su primer gobierno. Sólo pasa en el Perú.

Si algo debemos recordar siempre, para no volver a permitir que suceda de nuevo, es la secuela de la violencia interna que vivimos en los años ochenta e inicios de los noventa. A pesar de que quien se pronuncia al respecto es tildado inmediatamente por los autoritarios con rabo de paja de "caviar" o "rabanito", nuevamente
(y con cierto orgullo) me expongo al sobrenombre alimenticio.

En este caso concreto, considero que la ceremonia que se va a llevar a cabo en Ayacucho, donde los familiares de la matanza de Putis van a poder enterrar los restos de las primeras venticinco personas que se han logrado identificar gracias al trabajo de organizaciones especializadas, entre ellas el Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF).

Huanta sigue con la herida abierta, con desconfianza y temor. Han sufrido en el alma durante años y ven cómo hasta hoy el gobierno se niega a reconocer sus errores en el caso de Putis. La impunidad es tal vez la mayor razón de las lágrimas que se derramarán mañana en Ayacucho. Esperemos que no se sequen con el viento de los Andes, sino que rieguen las raíces de nuestra justicia.

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