Cuando al final del partido ante Uruguay en Montevideo el entrenador de la selección argentina de fútbol, Diego Armando Maradona, empredió con palabras (irreproducibles en este espacio) contra los periodistas y "enemigos" me trajo a la memoria la imagen de tv cuando en el Mundial de Estados Unidos 94 anotó un gol y con los ojos desorbitados se lo gritó a la cámara al ras de la cancha.
Ese rostro y extremada exaltación tuvieron una explicación: estaba bajo los efectos de la cocaína. Sería poco ético de mi parte aseverar que ese ha sido el motivo de su vulgaridad e ira el miércoles pasado. Pero sí creo que hay un descontrol emotivo que le impide trabajar adecuadamente en el cargo. Si el timón no funciona bien, el barco se termina hundiendo en el mar...
Ante las encuestas a sus compatriotas que señalan abrumadoramente que Maradona no debería dirigir a los argentinos en el Mundial de Sudáfrica 2010 no hay una palabra oficial de Julio Grondona (así como tampoco sobre los favores de René Ortubé para que le ganen a Perú en el último minuto con un gol en offside).
Sin embargo, las declaraciones de Maradona dieron la vuelta al mundo. La noticia no fue la clasificación al Mundial, sino las groserías del argentino. Ante esto, Joseph Blatter, presidente de la FIFA ha anunciado que el caso será derivado a la comisión de disciplina y podría haber una sanción para el Diego. Según el código disciplinario, podría tener una suspensión mínima de cinco partidos oficiales.
Recordemos que la FIFA no es muy amiga de Maradona porque no lo considera un jugador ejemplar, así que no sería de sorprender que incluso sean más partidos. Tal vez sea la escusa perfecta para que su amigo Grondona se sienta obligado a que vaya a Sudáfrica y esté en el banco, más no como DT. El descontrol puede pasar la factura algunas veces...
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